Estamos en la
Semana de la Paz.
Es un tiempo del año en el cual queremos
pensar y darnos cuenta de la importancia de educarnos para ser personas de paz.
Tenemos que convencernos que nuestros problemas no se resuelven a golpes.
Tenemos que convencernos que nuestros problemas no se resuelven a golpes.
Tenemos que desear fuertemente el
utilizar todos los medios razonables y nunca recurrir a la violencia.
En el mundo hay mucha gente violenta y a
nosotros a veces también nos vienen las ganas de serlo.
Por eso le pedimos a Dios su ayuda y su
fuerza para crecer y educarnos como gente de buen corazón que quiere el amor y
la paz.
Ojalá llegue
un día en que todos los ejércitos del mundo no hagan falta, porque los países
no quieren ya arreglar sus problemas luchando con armas.
Ojalá llegue el día en que nadie se
atreva ya a quitar la vida a otro ser humano.
Ojalá entendiésemos de una vez que es
mucho más barato... ¡pero mucho más barato! evitar una guerra que pagar sus
muertes y sus destrozos.
Dios, nosotros deseamos sembrar el mundo de paz
y, para conseguirlo, sabemos que tenemos que
educarnos plantándola en cada corazón.
Enséñanos que perdonar es un signo de
grandeza
y que la venganza es una señal de bajeza.
A veces nos
preguntamos por qué se fabrican armas.
A veces también nos decimos por qué hay
gente que cultiva en su corazón el odio y no el amor.
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