El Sábado Santo es un día de luto inmenso, de silencio y de espera vigilante de la
Resurrección. La Iglesia en particular recuerda el dolor, la valentía y la
esperanza de la Virgen María.
La comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las
campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día
para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El Sagrario,
abierto y vacío.
Jesús yace en su tumba y los apóstoles creen que todo se acabó.
Todo el día sábado su cuerpo descansa en el sepulcro, pero su madre, María, se
acuerda de lo que dijo su hijo:
"Al tercer día resucitaré". Los Apóstoles van
llegando a su lado, y Ella les consuela.
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